Todos merecemos segundas oportunidades.
Aunque no implica llevarse ni bien ni mal, ni tampoco, emparejar en la vida privada como si fuera la gente alegada, ni rebajar por aceptar, ni endiosar por insertar.
No ser compatible no implica llevarse mal, pero quizás sí es necesario hacer un mundo mejor, en el que tidos quepan, sin un Dios que sea tan cruel como para dejar a una mujer trabajadora sin éste, o a un hombre ser padre si lo desea y es responsable.
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