Tenemos de vuelta, según leí y vi hace unos años, que la gente vuelve a pensar que estudiar una profesión de salud, como psicología, psiquiatría, trabajo social, etc es de "súper hombres" y "súper mujeres" y que van a salvar y cambiar el mundo.
Pues no. Lo primero a tener claro.
Se trata de profesionalidad, un trabajo, un oficio, unos estudios que, aplicados de forma personalmente, y muchas veces, a los alegados, no es factible, ético ni siempre posible. No es lo mismo quizás aplicar un test a un hijo/a, o a un menor, que en este caso, según qué tratamiento de conductas el propio profesional, independientemente el sexo que tenga, o enseñarle algunos datos, hechos, materias, etc que realizarle un tratamiento completo, o similar, o lo que es peor, muchas veces, modelarle a su manera y gusto. Lo mismo en otros familiares, como hermanos, tíos padres, etc
No olvidemos la objetividad. Un propio profesional puede no ser tenido en cuenta o ridiculizado o maltratado por propios familiares que no tengan las mismas ideas, ni creencias, o que se sientan amenazados o subestimados.
Siempre alguien externo será más adecuado que alguien interno, para valorar casos y tratarlos, que la hija a la madre demente, o el padre al hijo rebelde que se droga ilegalmente y no abandona su adicción. O incluso, de amistades.
Ni se pasa el día haciendo terapias, ni trabaja gratis, aunque haga algunos voluntariados, como escribir, pasear a gente, etc Es como un cirujano: no se pasa el día en el quirófano.
Y esto es algo que pasa muy frecuentemente, en la época de hoy en día, en la que están volviendo a censurar y limitar, cuando debería ser al revés.
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