Si bien hay gente que tiene problemas mentales severos, algunos otros, brotes o episodios puntuales, y toda la población mundial es tendente a algún tipo de enfermedad mental, seguimos necesitando hospitales para enfermedades que afectan a la Psique.
No siempre todo el mundo pide ayuda, ni sigue tratamientos en casa, ni va al médico, ni se preocupa por su salud. Excesos, mentiras, demencias, pueden ser ocultas. Hay gente que actúa, engaña, miente, y ni la familia, amistades, médicos y otras personas se enteran. Al igual que a veces la gente sin estudios se equivocan diagnosticando, puede que oculten problemáticas que pueden ser severas para muchos individuos, y afectarles no sólo personalmente, sino familiar, laboral y comunitariamente.
Y en el hospital psiquiátrico, lugar habilitado para ello, a corto o largo plazo, se puede realizar tratamientos, terapias, trabajo con la persona, sin que nadie sufra, ni ocupen estancias en hospitales dedicados a otras patologias más fisicas.
Un psiquiátrico puede dar trabajo a doctores, psicologos, psiquiatras, auxoares, educadores, trabajadores sociales, enfermero/as, y ayudar a personas a volver o inyentar recuperar su salud mental, y no repetir pautas dañinas como la ingesta de alcohol diaria en grandes dosis, autolesiones, ideas de suicidio o de conquista del mundo no posibles.
La familia no siempre puede estar pendiente del alcohólico, ni la abuela puede ayudar a la nieta bulímica, ni la mujer tiene fuerza para retener a su marido yonkie que se mete papelinas inyectadas de cocaina, ni la madre debe de sufrir los brotes violentos esquizofrénicos de su hijo.
Un hospital psiquiátrico no es siempre una casa del terror como pensamos. Ni debería serlo. Un hospital psiquiátrico puede ser un lugar de paso, o un sitio bonito donde trabajar, según se pinte o se decore, y en el que recuperarse y ser feliz, en muchos aspectos, sabiendo lo que hay, pero sobretodo, la finalidad de lo que es.
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