martes, 19 de marzo de 2024

El racismo en tu propia tierra

Desde pequeña me han educado a no ser racista, aunque siempre me he juntado con quién me sentía mas afín o bien, y similar estilo y preferencias. Y hay que respetar a cada uno/a, con sus pteferencias y gustos, especialmente en lo personal, y mantener una cordialidad en lo laboral.

Sin embargo, estos últimos sños he vivido en mi propia tierra, sea yo la más o menos allegada, una serie de situaciones que parecen sdr chenofobia y racismo por parte de nuevos inmigrantes españoles y extranjeros, pero también de propios isleños.

Desde la cultura de las marcas lujosas extremas, la unión materialista,  el machismo de hombres que no limpian, la imposición sexual no siempre saludable, inventar que la piel oscura es más sensible y delicada, repudiar a mallorquines y el idioma Catalán, querer las casas gratis, el favorecer a sus queridas en empleos y todo tipo de lujos (fiestas de gala, paseos en limusinas, cenas lujosas, estancias de hoteles de 5 estrellas, los viajes con las extranjeras bonitas...) mientras a ti te llaman fea y puta - sin serlo- por la calle por llevar un vestido rojo (ojo, que el vestido se ha puesto de moda este año y ahora alaban a sus amigas y queridas) y no escotazos, ser humillada por estudiar porque ellos son modelos y consiguen todo gracias al sexo y religión, ser devsluada por estar sana y no pesar 100 kilos, ser estropeada, llamada vieja, calumniada y decir que si tú sólo eres para comer los culos (sin gustarme, porque preferiría pegar una patada sl que hace esas tonterías)... la verdad, no tiene sentido.

Lo triste es ver como alguno/as profesionales pretenddn que nos adaptemos a x situaciones cambiando a gusto de los demás. No todo es un trabajo y en tu vida privada tú eliges, ropa, quéhacer, comida, la compañía, hobbies... siempre que sea legal y no tenemos ni que ser todos iguales, ni hacer lo mismo, pero tampoco hay que poner precio a alguien o devaluarle por no ddjarse comprar por alguien que no le gusta, o con quién ni quiere ver, y cosas así.

A ver si volvemos a una sociedad más igualitaria y diversa como antes del covid y los maestros enseñan realmente a las personas, y no el tráfico de belleza, niños, sexo y religiones que sólo crea malestar, ridículo y pobreza.

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