El peligro de sentir placer ante la violencia hacia otro/as

Y sí. Peligro. No es bonito, no es ético, y aún así, en algunas situaciones normales sentimos alegría y alguno/as placer, en situaciones violentas. No es simple, analicemos.

Un juego erótico consensuado en el que ambos pacten, se diga y se consientan algunas fprmas de supuesta violencia, como son cachetes en nalgas o estrangulamientos sin ser estrangulamientos, no es tóxico, si no hay daño. Otra cosa es que, se haga lo que se haga, una de las partes sienta daño y dolor, y no se pare el juego, porque al otro u otros lo excita, como es la violación de la manada a la víctima de Catalunya, que no es lo mismo que leer un libro no real de historias crueles de violaciones, pero que a tantos les excita la violación de una mujer o varias. Eso, ese dolor real, ese maltrato, esa enajenación mental de forzar a alguien, eso, sí es un grave problema y hecho que no debería haberse producido.

El placer o felicidad de ver cómo en una película el malo es asesinado por el policía, la víctima o el salvador de turno, no es lo mismo que (por mucho daño que alguien cause, que tampoco debería darse) ver cómo se matan en la vida real asesinos en sillas eléctricas, horcas o inyecciones letales. Alegrarse de ese tipo de condenas tampoco es sano, por muy enfermo sea el asesono o asesina.

Juegos de castigos o prohibiciones no son sanos: educar a un niño con castigos es necesario, a un adulto, dentro de unas normas y analizando la situación, pero el placer de castigar, humillar y privar a alguien de algo porque sí no es sano, sino ridículo y enajenatorio. Sobretodo, el de necesidades básicas como or al baño, o castigos psíquicos, como, por ejemplo, "tú no te mereces ese vestido", "tú no eres quién para que te inviten a un restaurante" o "tú no te mereces esto porque no eres guapa", demuestran más problema en el emisor que en la afirmación realizada.

Y miles más. Cuidado, la violencia puede ser, incluso, una adicción muy grave.